¡RETÍRENLE EL PREMIO NOBEL A AUNG SAN SUU KYI!

Retíren el Premio Nobel de la Paz que le fue otorgado a Aung San Suu Kyi. Ella ya no se lo merece. Una vez fue una fuente de inspiración. Hoy en día, ella es callada y silenciosa, con toque de complicidad, sobre la difícil situación de los Rohingya en Myanmar. Ella es cómplice en crímenes contra la humanidad.

Lo expresa, casi pensando en nombre de millones, George Munbiot, un conocido columnista del periódico británico The Guardian "Poco esperamos de muchos líderes políticos, pero habíamos puesto todas nuestras esperanzas en Aung San Suu Kyi". Agrega: "Simplemente mencionar su nombre significaba evocar la paciencia y la flexibilidad frente al sufrimiento, por la implacable lucha por la libertad, nos ha inspirado a todos”.
Miles de personas han dedicado preciosos momentos de su vida a las campañas en favor de la liberación de Aung San Suu Kyi de los muchos años de detención impuestos por la dictadura militar de Myanmar, y lo celebraron cuando le concedieron el Premio Nobel de la Paz en 1991 y cuando ella fue liberado de arresto domiciliario en 2010, así como cuando ganó las elecciones generales en 2015.
Nada de esto ha sido olvidado, ni las dificultades que ha sufrido, incluyendo el aislamiento, los ataques físicos y el asedio del gobierno militar a su vida familiar, pero es difícil pensar tal traición de un líder político sobre el que se han construido grandes esperanzas.
El trato hacia la minoría musulmana Rohingya en Myanmar, por donde se le mire y observe, es detestable en todos los sentidos. Más detestable y condenable es la forma en que que Aung San-san ha llegado a expresarse sobre esta causa de los musulmanes Rohingya descrita por las Naciones Unidas como " la minoría más perseguida del mundo", situación ésta que no ha variado desde que la mencionada “Premio Noble de la Paz” tomó el poder.
La Carta para la Prevención y la Sanción del Genocidio Humano describe cinco actos que cuando son cometidos con la intención de destruir, en su totalidad o en parte, a un grupo nacional, racial o religioso, es clasificado como genocidio. Con el claro objetivo de destruir a este grupo, cuatro de los mencionados actos han sido ejercidos de manera continua y consistente por las fuerzas armadas desde que Aung San Suu Kyi se convirtió en el líder político de facto.
Decenas son los informes tanto de la ONU como de ONGs que describen las atrocidades cometidas, con clara intención de exterminar, en contra de los musulmanes en Myanmar. Aun asi, Aung San no sólo ha negado tales viles acciones, tratando de proteger a las fuerzas armadas de las críticas, sino que ha ido tan lejos como para negar la identidad de las personas que están siendo atacadas. Ella ha pedido al embajador estadounidense que no use el término "Rohingya". Esto implicó la política del gobierno de negar los derechos y hasta la existencia de ese grupo étnico. Aung San quiere tapar el sol con un dedo. Cuando una mujer Rohingya dio detalles de su violación por pandillas y soldados, la oficina de Aung San también publicó un banner en su página de Facebook diciendo "falsa violación".
No satisfecha con tantos atropellos y negación de la realidad, el gobierno de Myanmar ha impedido que las agencias de ayuda distribuyan alimentos, agua y medicinas a las personas que han sido desplazadas o aisladas por la violencia, y su oficina llegó a acusar a los trabajadores humanitarios de ayudar a los “terroristas”, en referencia a los nativos Rohingya.
Ante éste abanico de dolorosas y a la vez bochornosas verdades que rodean a Aung San Suu Kyi y en honor al “noble” significado de la “paz” y la memoria de tantas víctimas en Myanmar, lo único que nos queda es hacer un llamado a todos los integrantes y responsables del Premio Nobel para que le sea retirado a Aung San Suu Kyi el Premio Nobel de la Paz, ya que las razones que una vez existieron para que lo mereciera ahora ya no existen más.

Ahmad Mustafa Taha
13/09/2017
@ahmadmtaha

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